Brenda Aylas

En el Perú se ha observado un aumento reciente , también llamada leishmaniasis cutánea, una infección parasitaria transmitida entre humanos y animales, siendo el intermediario un vector conocido como “mosquito de arena” o “manta blanca” (flebótomo). Los reservorios de la enfermedad incluyen humanos, perros, roedores, monos y otros mamíferos.

Más de 20 especies de parásitos leishmania pueden causar la enfermedad, siendo transmitidas por alrededor de 70 tipos de mosquitos en varios continentes del mundo, especialmente el género Lutzomyia en América. Está asociada con factores de riesgo como la pobreza y la migración poblacional. Es una enfermedad endémica en América del Sur. Los perros y gatos, estrechamente vinculados con los humanos, son los principales reservorios de ‘L. peruviana’ en el Perú.

El mosquito hembra, que es más activo durante la noche, transmite el parásito a humanos u animales que actúan como reservorios. Inicialmente, el mosquito se infecta al alimentarse de sangre de un huésped infectado, convirtiéndose en portador del parásito y capaz de transmitirlo a un humano a través de su picadura.

La leishmaniasis presenta múltiples formas clínicas. En el Perú, la leishmaniasis cutánea está asociada a ‘L. braziliensis’ y ‘L. peruviana’, manifestándose como una lesión cutánea inicial que progresa a una úlcera. Otra forma clínica es la leishmaniasis mucocutánea, que se caracteriza por la destrucción de los labios, el paladar y el tabique nasal, causando desfiguración. La mayoría de los casos son causados por ‘L. braziliensis’. Por último, la leishmaniasis visceral, aunque no se ha identificado en el Perú, puede ser grave y afectar órganos internos, siendo ‘L. infantum’ o ‘L. chagasi’ comunes en nuños y ‘L. donovani’ en adultos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido áreas prioritarias de investigación para abordar la leishmaniasis, incluyendo mejoras en el diagnóstico, desarrollo de fármacos y vacunas, y control de vectores. A pesar de los esfuerzos para su prevención y control, la leishmaniasis sigue siendo un desafío y una enfermedad desatendida.

Es esencial implementar medidas para proteger la salud pública y detener la propagación de enfermedades tropicales. La comprensión de la interacción entre la vida silvestre y los asentamientos humanos nos permite intervenir de manera eficaz. Asimismo, factores ambientales como la globalización, la urbanización descontrolada y el deben ser considerados. El está acelerando la adaptación y distribución de vectores, lo que podría resultar en la expansión de enfermedades hacia áreas no endémicas. La colaboración entre profesionales de distintas áreas y la toma de decisiones basadas en información actualizada son fundamentales para reducir los riesgos y proteger a las comunidades.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Brenda Aylas es médico veterinario y zootecnista