Hernán Medrano Marin

Una sala de embarque del aeropuerto Jorge Chávez se ha convertido en su hogar y la fila de asientos para los pasajeros en su cama. La ciudadana venezolana Duiliana Sánchez (28) se encuentra viviendo desde hace más de un mes en el principal terminal aéreo del país a la espera de que las autoridades le permitan volver a pisar suelo peruano. Pese a no haber cometido ningún delito, ella se siente una prisionera. Si bien no hay barrotes, tampoco hay libertad.