Gladys Pereyra Colchado

En febrero del 2020, un megaoperativo desbarató a una mafia de mineros ilegales que involucraba operaciones en cinco regiones. Extraían el oro de Pataz, en La Libertad, y lo trasladaban en camiones a plantas de procesamiento en Piura, Ica, Lima y Arequipa. Se dijo que era un golpe importante contra la minería ilegal. Cuatro años después, sin embargo, las redes criminales no solo se han multiplicado sino que el mismo “modus operandi” se mantiene y hasta se perfecciona ante una evidente ausencia de control.

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